Últimamente nos gusta madrugar para viajar, y esta vez no
podía ser menos, así que sin dormir a las 4 de la mañana pusimos rumbo a
Changi, el aeropuerto de Singapur, para coger un vuelo que nos llevara a
Kuching, aprovechando el puente de mayo teníamos cuatro días para disfrutar de
la naturaleza en Malasia.
A las ocho de la mañana nos recibió un calor húmedo en
Kuching que, unido a la falta de sueño, nos dejó totalmente noqueados! Pero
había que aprovechar el día, así que después de hacer el check-in en el hotel… ¡nos
fuimos a alquilar una moto! No íbamos a pasar mucho tiempo en la ciudad así que
queríamos movernos libremente de un lado a otro.
Con la moto y los mapas nuestro primer destino fueron las
Fairy Caves, situadas al sur de Kuching, solo nos perdimos unas cuatro o cinco
veces por el camino así que a media mañana estábamos allí. Cual no fue nuestra
sorpresa cuando descubrimos que para acceder había que subir cuatro pisos de
escaleras y luego trepar literalmente por otras pocas en total oscuridad. Una
vez en el interior nos dejó totalmente boquiabiertos la belleza de la cueva, es
inmensa, y la mano del hombre no ha hecho mella en ella, es una cueva
completamente natural a pesar de las visitas.
Dejamos la Fairy Cave y, a pesar de que habíamos leído que
la siguiente cueva estaba cerrada, decidimos acercarnos a ver la zona, la Wind
Cave está más acondicionada al turismo, y por lo que pudimos observar desde
fuera el recorrido es mayor que la anterior. Además están situadas al lado de
un río precioso. Volvimos al hotel y obtuvimos nuestra recompensa después de
todo el día de caminatas por cuevas y naturaleza en forma de piscina. Un
descanso y a pasear por el paseo marítimo a la hora de la cena, un sitio muy
animado y bonito, lleno de luces.
A la mañana siguiente y otra vez subidos a la moto nos fuimos
a visitar Semenggoh Wildlife, la reserva natural donde viven los orangutanes.
Cuando llegamos estaba cerrado por ser mediodía, así que decidimos viajar una
hora más hasta una de las longhouses más conocidas de Kuching, el nombre de
esta casa es Annah Rais, y como su nombre indica es una casa larga, básicamente
hecha de madera y construida sobre pilares, en la que vive toda una comunidad. Son las casas tradicionales de los indígenas
de Borneo.
A las tres de la tarde volvimos a la reserva pues es la hora
a la que comen los orangutanes y el mejor momento para poder verlos. La verdad
que no esperaba ver a muchos de ellos pues la reserva es grande y había mucha
gente. Además había leído en otros blogs que otros turistas se habían quedado
sin poder verlos por el ruido que había. Imaginaros nuestra sorpresa cuando el
primero que baja hacia nosotros es el jefe de la manada, un mono enorme, nos
dijeron que tenía 31 años y suelen vivir entre los 45 y 55. Paseó por delante
de nosotros y luego se acomodó en un árbol para comer lo que los guardias le
daban. Minutos después empezaron a aparecer hembras con bebés alrededor, aunque
nunca se acercaron al mono grande, parece ser que al macho dominante no le
gusta que se le acerquen mientras come y
puede llegar a ser agresivo, hasta tal punto que en varias ocasiones los
guardias nos advirtieron que nos preparásemos a correr a su señal, increíble!
Vimos doce de los veinticinco orangutanes que tiene la reserva así que nos
fuimos con una satisfacción enorme de allí. Vuelta a la ciudad y a devolver la
moto pues ya no la íbamos a necesitar más días.
El jefe de la manada
Tengo que decir que la moto nos dio mucha vida, pero también
muchos dolores, las carreteras están más o menos bien en Borneo, pero entre los
baches y la poca amortiguación de la moto al segundo día nos dolía tanto el
cuerpo que cada bote era como una patada, estábamos agotados y teníamos
muchísimas agujetas, y todavía nos quedaban dos días por delante.
El tercer día íbamos a pasarlo en el Parque Nacional de
Bako, que para nada fue lo que nosotros pensábamos. Cogimos un autobús de línea
(que después de la moto fue un lujo) que nos llevó al puerto donde teníamos que
coger una barca de motor que nos llevaría al parque. La inscripción para entrar
al parque nos costó 10RM y la barca 97RM, estas barcas se pueden compartir
entre cinco personas y por tanto repartir este coste entre los cinco, pero
nosotros no teníamos con quien compartirla así que tuvimos una barca privada.
El viaje dura unos veinte minutos, pero nosotros contábamos con el Michael
Schumacher de los barqueros y prácticamente volamos sobre el agua, así que en
diez minutos nos plantamos en el parque.
Fuimos básicamente por la fauna que tiene este lugar, monos
narigudos, monos de cola larga y jabalíes. Pero el parque nacional se compone
de un montón de rutas de diferentes niveles de dificultad y tiempo. Nosotros
hicimos dos de las rutas, una de dos horas y nivel medio y otra de una hora y
nivel bajo.
Mono de cola larga
Cerditos
Monos narigudos
Lo de los niveles no lo acabamos de entender muy bien, porque la
que se suponía que era fácil fue la más difícil, donde más obstáculos hubo que
sortear y la difícil era, en su mayor parte, un camino recto! Las dos rutas nos llevaron a playas
impresionantes.
A las cuatro de la tarde volvimos a la playa principal donde
nos tenía que recoger el barquero pues el último autobús a la ciudad salía a
las cinco, estuvimos veinte minutos esperándole, pensando que se había olvidado
de nosotros y que íbamos a perder el autobús, estábamos completamente solos y
ya se estaba poniendo el sol cuando llegó por fin y nos llevó de vuelta al
puerto.