Ciudad declarada Patrimonio
Mundial por la Unesco es la ciudad más turística de Laos, el hecho de llegar por
la noche y contemplar la afluencia de personas en el Mercado Nocturno nos
sorprendió en un principio, el mercado es enorme y ocupa toda la calle principal desde que anochece...
Pero Luang Prabang nos conquistó a las pocas horas, tiene un encanto especial, preciosas casas coloniales, el color naranja de los monjes llenan las calles de color y los templos son de los más bonitos que hemos visitado hasta el momento.
La calle principal contiene además los más importantes templos de la ciudad:
El Wat Xieng Thong es el templo más
espectacular de Luang Prabang construido en 1560 por el Rey Setthathirat.
Además de recorrer todos los otros templos que se encuentran en la ciudad, en el centro de la misma se encuentra el Phu Si, cuya ascensión de más de 200 escalones nos llevó a una cima desde la que pudimos contemplar unas vistas estupendas y donde se encuentran las ruinas de Wat Pha Phutthabaht que se emplaza en el lugar de una supuesta pisada de Buda.
Pero el tesoro de Luang Prabang
es su naturaleza. Hacer trekking o excursiones por sus bosques son algunas de
las opciones, nosotros decidimos ir a pasar el día al Campamento de Elefantes,
una reserva a más de una hora desde la ciudad donde tienen los elefantes, que
bajan de la jungla todas las mañanas a las 8 y los devuelven a su hábitat a las
5.
De todas las opciones para pasar el día con un elefante nosotros optamos por un paseo por el bosque y un baño en el río. La experiencia más alucinante del mundo!!! A pesar de que mi elefante Tom estaba un poco torcido ese día, escogía el camino más difícil cuando todos los demás iban por un camino recto o movía la cabeza bruscamente y yo iba sentada en ella, fue un momento mágico, pasear a lomos de un elefante, acariciarle, notar cómo te envuelve las piernas con sus orejas y jugar en el agua es algo que no voy a olvidar jamás.
Con gran tristeza nos despedimos
de Tom para ir a nuestro siguiente destino de ese día: las Cataratas de Kuang
Si. La verdad que no esperaba para nada que mi día fuera a mejorar después de
los momentos que acababa de vivir, pero llegamos al paraíso.
A 36kms. de Luang Prabang, la
catarata, con una caída de 50 metros, se encuentra en el punto más alto y forma
un camino lleno de piscinas con un agua tan turquesa que es difícil de
describir y donde te puedes bañar, aunque he de decir que el agua está
congelada. Este lugar es, simplemente, precioso.
El último día de nuestra estancia
en Luang Prabang nos levantamos a las
5,30 de la madrugada para admirar el ritual de Binthabat, los monjes recorren
las calles de la ciudad mientras sus ciudadanos les dan la comida que comerán
ese día en señal de respeto; un ritual que cumplen cada mañana.
Este antiguo
ritual, que cumplen en riguroso silencio, puede ser contemplado por los
turistas como nosotros bajo unas normas de respeto, que, como pudimos observar,
no todos los turistas cumplen, se acercan demasiado, les sacan fotos con flash metiéndoselo
por la cara, son bulliciosos, y desde lejos, parece un circo penoso, por un
momento olvidan que son personas y no una atracción turística.
Esa misma tarde volvimos a Vientiane
en avión pues desde allí cogeríamos el vuelo que nos traería de vuelta a casa,
de vuelta a Singapur, sabiendo que no olvidaremos jamás esta experiencia.
¿Qué os ha parecido Laos? Espero haber conseguido haceros ver la belleza de este país asiático a través de las palabras y las fotos... Espero vuestros comentarios!