La isla de Panglao es un paraíso
de arena blanquísima, palmeras y agua cristalina. Esto unido a que nuestro
hotel estaba en plena playa y teníamos una vista privilegiada desde nuestra
habitación hizo que nuestra estancia allí fuera estupenda.
Al llegar contratamos un viaje en
barco para el día siguiente que nos recogió en la playa a las 5 de la mañana y
nos llevó a ver delfines y hacer snorkel en islas cercanas a Panglao. La
primera parada después de divisar a los delfines fue para sumergirnos a ver un
antiguo barco japonés hundido en la guerra. Es absolutamente increíble poder
ver el barco en el fondo del mar. A esta parada le siguió otra para bucear
entre cientos de peces de colores que nadaban a nuestro alrededor.
La tercera y más espectacular de
las islas a las que fuimos fue la denominada Isla Virgen, una pequeña isla en
forma de media luna, un paraje maravilloso de arena blanca, sin ningún tipo de
edificación y completamente rodeada por estrellas de mar de colores.
Aunque fue una lástima dejar la
Isla de Panglao aún nos quedaba una isla en nuestro viaje por visitar:
Malapascua. En el norte de Cebú. Por ello pusimos rumbo lo más pronto posible
pues el viaje era largo desde Panglao… volver a Tagbilaran, un ferry a Cebú, un
autobús a Maya y de ahí un barquito a la Isla de Malapascua. Casi un día entero
de viaje...
No hay comentarios:
Publicar un comentario