Cuando nuestros amigos R* y F*,
más que hartos del frio y la nieve de su lugar de residencia en Europa, nos
comentaron que les gustaría pasar las navidades en la playa no lo dudamos dos
veces y nos pusimos a buscar destino…
Después de investigar y pensar
nos decidimos por Langkawi, un archipiélago compuesto por 99 islas en la costa
oeste de Malasia.
Habíamos oído hablar del lugar y
todo eran maravillas, así que el mismo día de nochevieja viajamos para
encontrarnos con ellos allí.
Nos alojamos en el Century
Langkawi Beach Resort, y aunque estaban en plena remodelación y estaban
mejorando las instalaciones, aun se veía un poquito viejo, pero el sitio era
precioso y estuvimos muy cómodos en nuestros bungalows y el desayuno era un
amplio buffet donde cada mañana disfrutamos de un largo desayuno.
Cada dia nos visitaban a la hora del desayuno un monton de monos que eran los primeros en apuntarse al buffet :-)
Como llegábamos el día de nochevieja habíamos reservado restaurante con días de antelación que habíamos encontrado por internet: The Cliff, situado en la playa de Cenang, sobre el mar.
El menú consistía en un buffet, vino y champan, cotillón, fuegos artificiales y todo amenizado por bailarinas del danza del vientre y una orquesta en directo.
Una vez pasada la medianoche, brindis incluido, decidimos bajar a la playa a tomar unas cervezas y lanzar las clásicas linternas para pedir nuestros deseos de año nuevo.
Al día siguiente no teníamos
muchas ganas de hacer excursiones así que decidimos vaguear en la piscina del
hotel hasta la hora de cenar cuando decidimos llamar un taxi y escaparnos al
Night Market.
El mercado rota por la isla cada día así que para ir allí hay que preguntar en el hotel o al taxista. El Night Market se compone básicamente
de decenas de puestos de comida y alguno de ropa tradicional. Cogimos unas
cuantas cosas para comer y localizamos una mesa para tomarlo. Después volvimos
al hotel a tomarnos unas cervezas en la terraza de nuestro bungalow.
El sábado teníamos contratada una
excursión por los manglares para ver la fauna del lugar.
Una furgoneta nos recogió
en el hotel para llevarnos a un puerto donde cogimos un bote, vimos los
manglares, la guía nos mostró la vegetación local, la alimentación de las águilas,
lagartos, cangrejos de un solo brazo desproporcionado… Cuando finalizo el viaje
nos llevaron a comer a una casa particular que nos sirvió una comida deliciosa.
Tras el almuerzo continuamos nuestra excursión con un pequeño trekking por la
selva para acabar en una piscina natural de agua de rio. El agua estaba helada
pero era un sitio precioso.
Excursion:
Mangrove River Cruise and Swimming Tour
Coste: 160RM por persona (incluye: ida y vuelta al
hotel, seguro, bote, guía, comida y agua) http://www.junglewalla.com/langkawi-mangrove-cruise-swimming/
Cuando acabamos la excursión le pedimos a los
encargados que nos dejaran en el Cable Car en lugar de volver al hotel para ver
una de las principales atracciones.
La venta de tickets para acceder al Cable Car se
encuentra en una especie de parque temático bastante irreal. Aunque lo que
menos esperábamos era hacer una cola larguísima.
El teleférico hace dos paradas para admirar las
vistas desde dos puntos diferentes. Unas vistas que son espectaculares. En la
segunda parada, el punto más alto, se encuentra también un puente colgante en suspensión
que tiene algunas partes hechas con metacrilato para ver el suelo. No apto para
personas con vértigo.
Para llegar al puente hay dos opciones, o pagar un
ascensor o ir andando, nosotros nos decidimos por esto segundo sin saber que no
era nada sencillo, los escalones eran muy irregulares y la cuesta abajo la
llevamos bien… pero la vuelta fue algo diferente, aunque lo compensamos con un
ice lemon tea fresquito en la terraza.
Cuando volvimos a tierra firme volvimos al hotel a
darnos una ducha para salir a cenar a Pantai Cenang. No teníamos ninguna
reserva así que recorrimos la calle y nos paramos en el que más nos convenció.
Demasiado cansados después del largo día de
excursiones y caminatas volvimos de nuevo al hotel a tomar algo en nuestra
terraza, que se convirtió casi en un ritual mientras estuvimos allí.
Al día siguiente volvíamos a tener otra excursión contratada,
similar pero no igual. También por manglares, también íbamos a ver águilas pero
esta vez íbamos a salir a mar abierto, conocer una granja de pescadores, donde
comimos un pescado buenísimo, pasar por la cocodrile cave, visitar una cueva de
murciélagos y visitar una de las playas más bonitas, Tanjung Rhu.
Coste: 300RM por bote (sin desplazamiento desde
hotel)
A las 2pm la excursión ya había finalizado así que decidimos
seguir por nuestra cuenta y visitar una de las muchas cascadas que hay en la
isla, y escogimos la Durian Perangin Waterfall.
El sitio está muy cuidado y el
ascenso es muy llevadero, una escalera lleva al punto más alto donde se
encuentra la cascada, el agua esta helada pero el baño refrescante es muy
agradable después de pasar un día al sol.
Después de la cascada nos fuimos a Pantai Cenang
Beach. Una amiga nos había recomendado cenar en el Orkid Riad, así que después de
reservar mesa, nos fuimos a dar un baño a la playa, tomar un cocktail y ver la
puesta de sol.
Como no sabíamos lo que íbamos a hacer al día
siguiente decidimos visitar algunas de las agencias que organizan tours para
que nos dieran alguna idea. Al final nos decidimos por una barca privada que
nos llevaría por varias islas durante la mañana y nos dejaría en una isla
privada alquilada solo por nosotros durante cuatro horas.
Las paradas que hizo nuestra barca fueron en el
Pregnant Lake (lago de la embarazada) por la forma que tienen las montañas que
lo conforman, como si de una mujer embarazada tumbada se tratara. Era un sitio
precioso, el agua estaba buenísima y había varias actividades acuáticas para
hacer.
La siguiente parada fue en la playa de Berash
Basah, una playa de arena blanquísima y aguas cristalinas.
Una vez más nos llevaron a ver la alimentación de las águilas (está claro que es la atracción principal de la isla).
Una vez más nos llevaron a ver la alimentación de las águilas (está claro que es la atracción principal de la isla).
Después la barca nos dejó en nuestra isla y se
fue. Allí no hay nada, así que nos llevamos un bocadillos y bebidas que comimos
bajo una palmera, jugamos a las palas, leímos libros y nos bañamos en un agua
azul turquesa maravillosa, cuando llego nuestra barca de nuevo sentimos mucha
lastima de abandonar nuestro cachito de isla desierta en el mundo…
Pero había que volver a la realidad así que nos
llevaron de vuelta a nuestro hotel donde tomamos nuestro último cocktail en la
piscina y vimos la última puesta de sol en Langkawi.
Para la cena habíamos reservado mesa en el
restaurante del Hotel Berjaya, el Pahn-Thai Restaurant, habíamos oído y leído
bastantes críticas positivas así que nos dirigimos allí, aunque no resulto como
esperábamos. La comida salía con media hora entre plato y plato y la cena se
hizo eterna, aunque los platos estaban ricos nos cansamos de esperar.
A la mañana siguiente un último baño en la pisci y
al aeropuerto, se habían acabado las vacaciones y había empezado un nuevo año…
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