En Bagan nos
alojamos en Old Bagan, en el Bagan Thiripyitsaya Sanctuary Resort, en mitad de
la zona de los templos. Nada más llegar alquilamos unas bicicletas eléctricas
justo a tiempo para acercarnos hasta uno de los templos, trepar y ver la puesta
de sol. Nuestra primera incursión ya nos hizo vislumbrar lo que teníamos por
delante todo el día siguiente. Allá donde mirases las siluetas de cientos de
pagodas se recortaban contra el horizonte sin límite.
Al día
siguiente de nuestra llegada contratamos nuevamente con nuestro hotel las
bicicletas eléctricas que poseen 8 horas de autonomía y que proporcionan una
agradable forma de visitar los templos.
Bagan está muy bien acondicionado para estas visitas, dos carreteras
principales recorren los principales puntos del lugar y una vez vistos solo hay
que perderse por los caminos secundarios. No hay ruta fija, los mapas
proporcionados por hoteles o puntos turísticos marcan los principales templos,
muy cerca unos de otros, el resto queda a gusto del visitante, nosotros nos
adentrábamos en uno u otro camino secundario para visitar templos mas pequeños,
menos concurridos,
pero con el mismo encanto que los demás.
Terminamos de
ver los templos y antes de regresar al hotel nos enteramos de que había mujeres
jirafa en el pueblo y decidimos ir a verlas, sin saber que estaban en una casa
privada y que eran las familiares del dueño que se encontraban de vacaciones,
habían venido desde Tailandia y se irían cuando el calor volviera a hacerse más
fuerte. Nos mostraron como tejían y nos contaron la historia de esta peculiar
tradición, aunque también nos dijeron que actualmente pocas jóvenes siguen
haciéndolo. Les pedimos permiso para hacernos unas fotos y accedieron muy
amables. Fueron absolutamente encantadoras.
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