sábado, 7 de febrero de 2015

Myanmar: Bagan

En Bagan nos alojamos en Old Bagan, en el Bagan Thiripyitsaya Sanctuary Resort, en mitad de la zona de los templos. Nada más llegar alquilamos unas bicicletas eléctricas justo a tiempo para acercarnos hasta uno de los templos, trepar y ver la puesta de sol. Nuestra primera incursión ya nos hizo vislumbrar lo que teníamos por delante todo el día siguiente. Allá donde mirases las siluetas de cientos de pagodas se recortaban contra el horizonte sin límite.



El Rey Anawrahta creó Bagan en 1044 y unifico el país introduciendo el budismo theravada. Durante doscientos años reyes y reinas construyeron sus pagodas en este maravilloso lugar, solo comparable a los hermosos templos de Angkor en Camboya.


Al día siguiente de nuestra llegada contratamos nuevamente con nuestro hotel las bicicletas eléctricas que poseen 8 horas de autonomía y que proporcionan una agradable forma de visitar los templos.

Bagan está muy bien acondicionado para estas visitas, dos carreteras principales recorren los principales puntos del lugar y una vez vistos solo hay que perderse por los caminos secundarios. No hay ruta fija, los mapas proporcionados por hoteles o puntos turísticos marcan los principales templos, muy cerca unos de otros, el resto queda a gusto del visitante, nosotros nos adentrábamos en uno u otro camino secundario para visitar templos mas pequeños, menos concurridos, pero con el mismo encanto que los demás.


A la hora de la comida solo hay que pararse en alguno de los muchos restaurantes que se encuentran situados en la conocida "franja de restaurantes" y disfrutar de un estupendo curry.






Terminamos de ver los templos y antes de regresar al hotel nos enteramos de que había mujeres jirafa en el pueblo y decidimos ir a verlas, sin saber que estaban en una casa privada y que eran las familiares del dueño que se encontraban de vacaciones, habían venido desde Tailandia y se irían cuando el calor volviera a hacerse más fuerte. Nos mostraron como tejían y nos contaron la historia de esta peculiar tradición, aunque también nos dijeron que actualmente pocas jóvenes siguen haciéndolo. Les pedimos permiso para hacernos unas fotos y accedieron muy amables. Fueron absolutamente encantadoras. 

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